Callao, una camioneta policial de la unidad de Servicios Especiales del Callao, en la que viajaba
el Comandante Pedro González (jefe de esa comandancia) con cuatro policías más, observaron
la existencia de un vehículo sospechoso. Los efectivos policiales iniciaron la persecución del
vehículo sospechoso, y a altura de la Urbanización Lima-Callao, se inició un enfrentamiento
con los asaltantes. En la confusi��n generada por estas circunstancias fueron detenidos los
hermanos Emilio y Rafael de 14 y 17 años, respectivamente, quienes se encontraban
caminando por la zona y se dirigían hacia el puesto de venta de comida que tenía su madre en
los alrededores.
7. Mencionan que Rafael y Emilio Gómez Paquiyauri fueron introducidos en el maletero del
patrullero 27-1058, de la 27° comandancia de la Policía Nacional, y llevados a un baldío
solitario donde fueron interrogados violentamente asumiendo que eran delincuentes
subversivos. A lo anterior los hermanos Gómez Paquiyauri informaron ser ajenos al robo y a
las imputaciones en su contra, e igualmente informaron que sólo estaban de paso por el lugar
donde ocurrieron los hechos. Los policías los golpearon con la culata de las ametralladoras
para luego asesinarlos, tal como confesó posteriormente el Sargento Antezama, único policía
que confesó su crimen ante la Fiscal del Callao.
8. Informan que las detenciones fueron captadas por las cámaras de televisión, convirtiéndose
en el testimonio fílmico y prueba principal de la detención con vida y posterior asesinato de los
jóvenes. Luego que un programa televisivo reprodujera lo filmado, el Ministerio del Interior
emitió el comunicado oficial N° 06-91 en el que señalaba que estos hechos serían objeto de
una "investigación exhaustiva".
9. Señalan que días después del 25 de junio de 1991, fecha en que se efectuó la denuncia de
los hechos ante la 5a. Fiscalía en lo Penal del Callao, el domicilio de los padres de las víctimas
fue objeto de registro y que la madre de los jóvenes fue citada a declarar en las Oficinas de la
Dirección contra el Terrorismo, todo lo anterior dentro de una campaña de hostigamiento a los
familiares que reclamaban la investigación y sanción de los responsables del homicidio de los
jóvenes antes identificados.
10. Informan que el 9 de noviembre de 1993, la Sala Tercera Penal de la Corte Superior del
Callao dictó sentencia condenatoria contra los autores materiales de los hechos. Señalan que a
pesar de haberse demostrado que el asesinato de los jóvenes se produjo por una orden
impartida por radio a los policías que tenían detenidos a los jóvenes, se procesó
exclusivamente a los cinco efectivos policiales que recibieron las órdenes de ejecutar a los
hermanos Gómez Paquiyauri, quedando en la impunidad los autores intelectuales que
ordenaron por radio la muerte de las víctimas, es decir, el Capitán César Augusto Santoyo
(prófugo) y el Mayor PG Juan Valdelomar Quiroz Chávez, quien fue expresamente apartado del
proceso por el Fiscal Superior y el Tercer Tribunal Correccional del Callao, a pesar de existir
elementos de prueba suficientes que lo vinculaban con la muerte de las víctimas.
11. Señalan que las órdenes que impartieron por radio el Capitán César Augusto Santoyo
Castro y el Mayor PG Juan Valdelomar Quiroz Chávez fueron demostradas fehacientemente con
las declaraciones de los ex-suboficiales José Infantes Quiroz y Angel del Rosario Vásquez
Chumo, quienes eran los choferes de los patrulleros que asesinaron a los hermanos Gómez
Paquiyauri. Informan que la forma simultánea en que fueron asesinados evidencia órdenes
superiores y que esto fue lo que concluyó la Juez instructora de la respectiva causa.
12. Aducen que los recursos de la jurisdicción interna han sido ineficaces para sancionar a los
autores intelectuales que ordenaron por radio la muerte de las víctimas. A su vez informan que
la investigación policial y judicial estuvo ordenada a encubrir a quienes dieron la orden de
asesinar a los hermanos Gómez Paquiyauri, quienes continúan prófugos de la justicia.
13. Sostienen que el 24 de octubre de 1994 un ex-suboficial envió una carta a la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos con el objeto de denunciar las amenazas que él y su familia
venían recibiendo como consecuencia de sus declaraciones a la prensa donde denunciaba la
existencia de autores intelectuales de los homicidios y la impunidad en la que éstos se
encontraban.
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